As Fragas do Eume
Con una extensión de más de 9.000 hectáreas, este bosque se conserva prácticamente virgen y en él apenas vive gente.
Son las rías altas de Betanzos y Ares las que, próximas a esta masa boscosa de incalculable valor, aportan un clima suave durante todo el año. El río Eume y alguno de sus afluentes riegan este valle plagado de cascadas y saltos de agua, cuyo discurrir incesante rompe el silencio del bosque, que podrás descubrir caminando por alguna de sus rutas señalizadas.
Si te fijas en el terreno podrás distinguir huellas de lobos, aunque su comportamiento huidizo con los humanos hará difícil que puedas disfrutar de su presencia.
En uno de los lugares más espectaculares se levanta el monasterio de Caaveiro, construido en el siglo XII para acoger a los anacoretas que habitaban la zona. Allí te harás una idea del retiro espiritual y absoluta tranquilidad que disfrutaron estos primeros habitantes. Las vistas panorámicas sobre el río y las fragas son inmejorables.
Muy cerca, aunque fuera de las fragas, tienes otra joya arquitectónica: el monasterio de Santa María de Monfero, ubicado en un pequeño valle por el que discurre el río Lambre.
La decoración de su fachada ajedrezada, realizada en granito y pizarra, te sorprenderá así como los sarcófagos conservados en el interior. Delicadamente labrados, pertenecieron a la familia Andrade, que gobernó la zona durante siglos, convirtiéndose en una de las más poderosas.
Muy cerca, en el municipio de Aranga, se sitúa otra de las joyas naturales de esta comarca, la Fraga das Barbudas, repleta de cascadas, algunas de las cuales alcanzan los veinte metros de altura, con una variedad vegetal que te impresionará.
Los zorros, los jabalíes, las cabras o los corzos habitan estos parajes, regados por los ríos Cambás y Mandeo, que desembocan en el cercano mar.
A lo largo del recorrido verás la minicentral eléctrica de Barreiros o la aldea de O Couce, rodeada de prados y fincas de labranza, que componen una típica estampa rural gallega.